La batalla del ascensor en los rascacielos españoles

By 8 diciembre, 2019Información General

Las multinacionales se reparten los rascacielos ibericos
Iñaki de Las Heras

 

Schindler, Thyssenkrupp, Zardoya Otis o Kone se disputan los edificios más emblemáticos de España. Son una oportunidad para desplegar tecnologías en un país líder en este transporte

 

España es un líder mundial en ascensores. Tiene 1,1 millones de ellos y encabeza con diferencia la clasificación europea de elevadores por persona. Hay 19,8 por cada 1.000 habitantes, según un estudio de Credit Suisse y Eurostat, muy por encima de los apenas 10 de media del continente. La causa está en que los españoles son los europeos más habituados a vivir en pisos. Y en el país de los ascensores, el rascacielos es el rey. Multinacionales como Schindler (Suiza), Thyssenkrupp (Alemania), Otis (EEUU) y Kone (Finlandia) pugnan por equipar los edificios más altos de España y desplegar sus tecnologías de valor añadido. Saben que su mejor escaparate está en las máquinas capaces de ascender a alturas de cientos de metros.

El negocio del ascensor tiene el viento a favor. Según Thyssenkrupp, esta industria genera unos 44.000 millones de dólares (35.600 millones de euros) al año a nivel mundial. Es la responsable de trasladar a diario a unos 1.000 millones de personas, y lo hace con el orgullo de ser el “medio de transporte” más seguro y limpio. Si está de enhorabuena, es porque una de las grandes tendencias de nuestros tiempos es la progresiva concentración de población en las ciudades. Cada día se urbaniza en el mundo una superficie del tamaño de Manhattan, el número de rascacielos se ha triplicado desde 2000 y en las próximas décadas su altura media pasará de 300 a 600 metros.

¿Y en España? Aquí las empresas de ascensores vivieron un auténtico boom en los años previos a la crisis, al calor de la burbuja inmobiliaria. Ahora el negocio ha cambiado. Se construye menos, pero también se rehabilitan viviendas y, sobre todo, se ofrecen servicios de mantenimiento a un enorme parque de ascensores. Hay un nicho adicional para el diseño y los retos arquitectónicos de edificios históricos o de autor.

El siglo XXI también ha sido el de la construcción de los grandes rascacielos del país. Las Cuatro Torres se inauguraron en Madrid en 2008 y a ellas les siguieron la Torre Sevilla y la Torre Iberdrola, en Bilbao. Las próximas en llegar serán la Torre Caleido, que con sus 180 metros será el octavo edificio más alto de España, y los tres rascacielos que se construyan en Madrid Nuevo Norte, también en la capital. Uno de ellos está llamado a convertirse en el más alto de España.

 

Carrera de altura

 

En esta carrera de altura los fabricantes de ascensores no quieren quedarse atrás. La suiza Schindler es líder en lo que a presencia en los edificios más altos se refiere. Entre los diez primeros, equipa las madrileñas torres PwC y Espacio, la de Sevilla, la de Iberdrola en Bilbao y la Lúgano en Benidorm. También pone los ascensores de la Torre Europa, del Faro de Moncloa, del Ministerio de Industria, de Torres Blancas, de las Torres Colón (todos ellos se encuentran en Madrid), del Edificio Colón, de la Torre Núnez y Navarro y de Millenium (en Barcelona).

La empresa dirigida en España por José Manuel Nieto facturó 340 millones en 2018 -a nivel mundial alcanza los 9.600 millones-, un 20% más que en el ejercicio anterior. Lo hizo entre compras de pequeñas empresas y mejoras de márgenes. La digitalización le permite avanzar en eficiencia, el urbanismo ensancha su negocio y el envejecimiento de la población le abre un nuevo nicho equipando viviendas unifamiliares.

Thyssenkrupp declaró unos ingresos de 355 millones de euros en España en 2018. El país es su quinto mercado a nivel mundial y alberga en Asturias uno de sus grandes centros de investigación. En España, despliega tecnologías como Max, lanzada junto a Microsoft para el mantenimiento predictivo con big data de ascensores y escaleras mecánicas. También ofrece soluciones como Twin -un ascensor de dos cabinas, una encima y otra debajo, que permite trasladar a más personas al mismo tiempo- o Multi -que no tiene cables y se puede desplazar también en horizontal-.

La multinacional alemana tiene el orgullo de haber fabricado los ascensores del edificio más alto de España, la Torre de Cristal, propiedad de Mutua Madrileña, con 249 metros y 50 plantas. También está presente en dos emblemáticas construcciones de Barcelona:la Torre Arts y la Torre Glòries.

Schindler lidera la clasificación de rascacielos y Thyssenkrupp pone los ascensores del edificio más alto, pero el auténtico líder de este sector en España es Zardoya Otis. La empresa dirigida por Bernardo Calleja es la que más ascensores tiene en España, con 240.000 unidades, y también la que más ingresa, con 784 millones de euros en 2018. Participada por la multinacional estadounidense, que tiene un 50,01% del capital, y por la familia Zardoya, que posee otro 11,6%, es, además, una empresa cotizada de largo recorrido, hasta el punto de recibir el sobrenombre de valor bursátil de las viudas por lo fiable y recurrente de su dividendo.

 

 

Otis es el fabricante de los ascensores de la Torre Cepsa, que es la segunda más alta de España, sólo con un metro menos que la Torre de Cristal. Este edificio, diseñado por Norman Foster y propiedad en la actualidad de Amancio Ortega, tiene en cambio mayor calidad arquitectónica y ofrece retos más interesantes para los ascensoristas. Sus elevadores se encuentran en el exterior de la estructura y realizan el recorrido completo entre la planta de salida y la de llegada -en otros rascacielos es necesario realizar trasbordo-.

La empresa también se hace cargo de los 26 ascensores de otro icónico edificio de Madrid, la Torre Picasso, también propiedad del dueño de Inditex, y de la barcelonesa Torre Mapfre.

Otro de los grandes fabricantes de ascensores en España es la cooperativa vasca Orona, que el año pasado alcanzó unos ingresos de 741 millones de euros y que trabaja en un plan para superar los 900 millones en 2022. Tiene presencia en 14 países y emplea a 8.000 personas.

Orona es el fabricante de los ascensores del edificio Neguri Gane, en Benidorm, de 148 metros y el decimotercero más alto de España. El edificio más alto de la ciudad valenciana, el Gran Hotel Bali, lo equipa la empresa Eleva.

 

El contrato de Caleido

 

La finlandesa Kone es otro actor relevante en España, aunque a bastante distancia de los cuatro líderes del sector. Facturó 96 millones de euros en el país en el último ejercicio del que hay cuentas en el registro mercantil, 2017, y ha colocado sus ascensores en el ránking de los mayores edificios de España a través de la Torre Intempo, en Benidorm.

Esta compañía se ha adjudicado, además, los elevadores de la ‘futura’ Torre Caleido, que construyen en Madrid Inmobiliaria Espacio y MegaWorld, perteneciente al magnate filipino Andrew Tan. La quinta torre del norte del paseo de la Castellana dispondrá de 46 ascensores de la empresa finlandesa.

La patronal del sector, la Federación Empresarial Española de Ascensores (Feeda), calcula que en 2018 se instalaron en España casi 15.000 ascensores nuevos, un 1,3% más que en el ejercicio anterior. España es el líder europeo del sector.

 

Exceso de velocidad en la Torre Cepsa

 

El ascensor es un lugar de charla ligera y, también, un signo de modernidad. De los viejos ascensores a los actuales van muchas cosas, incluido un cambio de mentalidad. Parecen superados los claustrofóbicos elevadores, como el que conecta sin parada mediante la primera planta con la 14 en el madrileño Club Financiero Génova, o los que, como el de la antigua sede de la patronal eléctrica Unesa, incluían un cenicero. Ahora las máquinas son silenciosas, luminosas y digitales. Y, en algunos casos, auténticos prodigios de última generación enfrentados a problemas complejos. Un ejemplo de ello son los ascensores de la Torre Cepsa, instalados en el exterior del edificio. Al principio, cuenta una empleada del edificio, se movían a nueve metros por segundo, pero los usuarios se quejaban de dolor de oídos y hubo que moderar la velocidad a siete metros por segundo. En la torre aledaña, la de Cristal, es necesario hacer un trasbordo en la planta 34. Como consuelo, unas pantallas informan del parte meteorológico -el asunto de conversación por excelencia en un ascensor- y de las noticias. Eso sí, bajar a fumar un cigarrillo como los que antaño era posible apurar en los ascensores de Unesa requiere su tiempo. Para gestionar el tráfico de personas en los rascacielos se imponen los algoritmos. En algunos casos, el usuario pulsa el número de la planta a la que quiere ir y una pantalla le dirige a uno de los ascensores del vestíbulo. Las soluciones son variadas y pasan por los ascensores conectados e inteligentes. El reto es el de evitar los atascos en edificios por los que circulan a diario miles de personas.

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Fuente: expansión.com

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